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La inflación genera devaluación, y la devaluación del dólar genera inflación.

Se entenderá al valor de una moneda (dinero argentino) como la capacidad de trueque que tiene.


Así, la devaluación es la pérdida del valor de la moneda con respecto a su posibilidad de trueque (y no necesariamente a un patrón de valor fijo o variable como es el dólar). Se reconocen dos tipos de devaluación: aquella con respecto al dólar oficial (valor del dólar reconocido por el Gobierno) y aquella con respecto al dólar paralelo (blue o billete físico reconocido por el ciudadano). Nos referiremos de aquí en más a la segunda. Su diferencia es lo que comúnmente se denomina brecha cambiaria.


Existen dos motivos de la pérdida del valor del dinero: la devaluación como desconfianza de poder hacer que lo acepten (que lo truequen por algo); y la inflación como fruto del ganarlo con un esfuerzo dado y que uno no pueda hacerlo valer de la misma manera con el tiempo. Así, por la segunda se genera automáticamente la primera.


Veremos ahora si es dado el proceso inverso, es decir si es posible que la devaluación genere una (y no neceariamente "la") inflación.
Que la inflación genere devaluación ocurre solamente con respecto a la moneda en sí misma y no al dólar que, manteniendo este último su valor, pareciera que disminuye frente a él pero en realidad no lo es. En suma, decimos que no es que el dólar valga más, sino que la moneda en este proceso vale menos.


Habría por tanto dos tipos de devaluaciones: la de la moneda propiamente dicha (o simplemente "devaluación") y la que se da con respecto al dólar. Esta última se entenderá teniendo en cuanta la propia devaluación del dólar en los EE.UU.


Entonces, si bien la inflación genera devaluación, por añadidura, aparecerá engañosamente como una devaluación con respecto al dólar porque éste se entiende que se mantuvo no-inflacionario.


Pero si la devaluación aumenta en USA, entonces los insumos que importamos de allí (para producir, exportar, etc.) generarán una inflación en nuestro país necesariamente.


De todo esto podemos deducir la síntesis de que la inflación generará una devaluación de la moneda en nuestro país y como añadidura también con respecto al dólar; y a su vez que es generada además de por otros factores, lo es por la devaluación en los EE.UU. Empero no se ve como posible que esta última la genera también.




El motivo más importante de la inflación

Ahora bien, siendo algo consciente de la complejidad con que analizan los economistas los posibles factores que generan una inflación, no quisiera dejar pasar mi observación al respecto.

Ocurre que, si bien soy neófito en el tema económico; digamos, que no tengo grado académico, no empero me siento marginado de dar una explicación por la sencilla razón de que mi argumento no se alinea a la disciplina competente sino a la psíquica, cosa que entiendo por tanto me otorga tanto derecho como a los economistas a hablar de ella.


Se comprenderá con facilidad que la fabricación de dinero no es necesariamente un motivo inflacionario. Cuando se la acuña, el
gobierno responsable de su confección entonces la entrega (paga) a empresas, obligaciones, etc., para cubrir sus necesidades... pero, ¿quién se entera de esta acción? ¿Acaso el hecho es transmitido de alguna manera al mundo económico para que sepa que se ha inyectado dinero? No, esto no se lo ve posible de ninguna manera. No hay palomas mensajeras que lleven la noticia. Si fuese así claro, con justicia y razón, la confeccion de billetes traerá aparejado una inflación; pero, como no es posible, entonces tampoco es el motivo.

Y hablando con simpleza, sin dar más vueltas, digo que éstos, los economistas, no encuentran su meollo porque la inflación es una consideración dentro de una explicación y lineamiento psíquico, psicológico digamos, o bien para quien gusta también podemos decir sociológico. Y esto se sostiene en el individualismo de la sociedad.


Este individualismo genera obviamente un "sálvese quien pueda" y por consiguiente es el propulsor de la bola de nieve. Hay quienes aumentan su producto u honorarios para cubrirse y, luego, se forma con ello una cadena. Si la utopía y ucronía idealista platónica me lo permite, piense su persona en una sociedad donde la complacencia y consideración por el prójimo exista; aquí, en ella, no existirá inflación alguna.


Así, por tanto y como pienso yo, por más que busquen los economistas una explicación matemática, racional, de mercado, etc., no por ello la van a encontrar. Porque pasa por otro lado: por el apego o no de la gente a su país, a su prójimo, a su tierra.


Se suma a esto cuando hay una devaluación del dólar con su pérdida de poder adquisitivo de importación; y no necesariamente hablo de la moneda oficial, sino la parelala. Se genera entonces un propulsor inflacionario necesario para equiparar este bien. Es éste un movimiento social involuntario, automático propio de todo spiritu corpus.

En un país como la Argentina que somos una mezcla descomunal de razas, jamás nos vamos a poner en esta línea y lo lamento. Por el contrario, los europeos por ejemplo, aquellos que sí mantienen su raza, poseen una consideración por el prójimo y entonces logran controlar la inflación de una mejor manera.


Una solución propuesta

En mi país, Argentina, hoy por hoy al año 2020, la inflación y la corrida a la devaluación, sobre todo con el dólar paralelo (blue o billete) es impresionante. El Gobierno por medidas económicas no logra impedir el avance. Para superar esto, se propone una idea que seguido la expongo.

Simplemente hacer una normativa legal por la cual en nuestro país no se pueda vender dólares o entregarlos, nada más. Si se quiere ir "más allá", que sea extensivo también a toda moneda extranjera porque, a decir verdad, no importa cuál sea, ya que el refugio argentino se dará igual con una o u otra a disposición.

Así, se propone liberar al dólar y prohibir toda transacción de la entrega de esa moneda. Si alguien la quiere comprar, que lo haga, pero se paga sólo en pesos argentinos; no se lo puede vender ni usar para operaciones de ningun tipo. Toda transaccion oficial de esa moneda debera hacerse fuera del país.

De esta manera, al que exporta y recibe dólares no le servirán; el que los tiene, tampoco; el que los compra, tampoco; etc. Y el peso cobrará entonces valor en el país. No más escrituras en dólares, pagar en dólares sólo afuera, los productos que se fabrican en pesos y se exportan los pueden vender en dólares, si se quiere que se acopie para usarlos en viajes y turismo fuera de la frontera, etc. Esto sí se podrá: comprárselos a quien se quiera o importarlos; y arriesgará pena sólo quien se preste a venderlos.

Así, el acopio en dólares los van a tener que usar "de almohada" aquí porque no los van a poder usar. ¿Me explico?

Y no hablo de "pesificar" en el sentido ortodoxo de la palabra, ni tampoco del "1 a 1". Con una medida como la que digo se corta la cadena de especulación en seguida, y se volverá la confianza en el peso argentino porque "otra" no existirá. En la medida que no se los puedas usar, no es que se recupere con efectividad la confianza en el peso, sino al revés, lo que se la perderá es la confianza en el dólar. Ahora, que no venga un nuevo Gobierno y cambie las reglas de juego, se comprenderá.

Las operaciones clandestinas y sus "cuevas" podrán seguir existiendo, pero el que acuña dólares, de nada le servirá en este país.

Marcando un período prudencial de un par de semanas, por ejemplo, se avisa que se tomará legalmente esa medida bajo apercibimiento de multa o prisión. Entonces todos los argentinos sacarán en dicho lapso sus monedas estadounidenses de "abajo de su colchón" para cambiarlas a pesos y, tal cual lombrices después de la lluvia, emergerán por doquier como una entrada "genuina" de divisas a la Nación.

Con esta medida se termina la especulación cambiaría y, los que apuestan al dólar, se tendrán que ir del país para efectivizarlo.


Ya han pasado unos años (estamos en el 2023) y nada bien se ha hecho en mi país, como de costumbre. Seguido enumero unos 4 puntos que sugeriría implementar:
   
• Dentro del país, prohibir realizar todas las operaciones dolarizadas con el fin de frenar el acopio de esta moneda. Se permitirá comprar o adquirir dólares, pero no venderlos ni entregarlos.
• Limitar la exportación de productos que ya sean abundantes en el exterior, excluyendo la materia prima, como minerales (por ejemplo el litio, petróleo, gas, etc.), productos agrícolas, ganado, etc., únicamente si se puedan vender a un precio rentable.
• Implementar medidas de transparencia financiera (blanqueo de cajas) para prevenir la corrupción política y evitar que se aprovechen de fondos públicos.
• Promover la educación y el desarrollo de la tecnología microelectrónica, apuntando al desarrollo de la síntesis del software competitivo.



La dolarización

Trataremos de entender el beneficio que existe si se adoptara esta medida en mi país la Argentina, estando ahora en el presente año 2022.

"Habla para que te conozca" dijo Sócrates, donde su sabiduría jamás fue inocente. La lingüística, esa parte de la filosofía que acuña conceptos interdisciplinarios como la hermenéutica, la semiótica, la lógica, etc., nos enseña que en las argumentaciones siempre hay un significado mayor que el percibido. Esto es, una simbología oculta que se corresponde con la realidad del mundo físico.

Y en esto el "valor del dinero" también, pues es una argumentación. Para analizar esto comparemos, por ejemplo, el contraste que hay en las expresiones gramaticales de cómo posee una cosmovisión la cultura anglosajona versus la que es latina. En esto nacerá lo que quiero expresar.

La primera, cuando ve un árbol piensa en "Un verde árbol" ("A green tree") pero la segunda en "Un árbol verde". Y aquí la cosa, pues el argumento posee un sujeto y un predicado, pero una cultura le da prioridad a una más que a la otra ya que la designa con exclusiva anterioridad.

Digamos que lo latino, nosotros en la Argentina, valoramos más a la sustancia, es decir a aquello "pesado que tiene gravedad"... ¿Me explico? Le otorgamos valor a lo "absoluto" de la cantidad más que a lo "relativista" de la adjetivización o calidad.

Por eso hacemos las transacciones con aquello perdurable como lo es la propiedad inmueble, con el equivalente al "ladrillo". Sí, a esa sustancia o "ousía" aristotélica inamovible que acuñó el griego en su concepto de transustanciación del sínolo (synolon).

Se conoce la ecuación del Valor Presente y Futuro del dinero (moneda o billete) teniendo en cuenta el interés r (sea positivo por superábit de inversión o bien negativo por déficit inflacionario) que produzca: VF = VP (1 + r). Vemos por ello que el valor del dinero lo da algo que es ambiguo: tiempo, interés, inflación, rentabilidad, etc.; es algo que no deja de ser subjetivo, impreciso y menos aún exacto.

Así, estas ambiguas cuestiones del "valor" arrastran la cuestión económica de una sociedad a un único fin: que la inflación no es solamente una cuestión monetaria, de engranajes económicos, sino que se fundamenta en una psicología subyacente.

Podrá una excelente dirección económica lograr en un ámbito social una nula inflación, o bien una deflación, pero bastará un sólo individuo en ella que quiera remarcar el precio de su producto como para que, tal cual una bola de nieve o bien una manzana en mal estado en un cajón, que acelere y contagie la cuestión a los demás y el logro de la técnica no perdure mostrando su fragilidad.

La idiosincracia del individualismo fundamentada en egoísmo, desaprensión, falta de consideración al prójimo, magro patriotismo, etc. es suficiente como para que todo método económico científico fracase. Y por eso, justamente por eso, los economistas jamás dieron con la solución ni la van a encontrar. La respuesta pasa por otro lado.

Lamentablemente entiendo a la psicología no como una ciencia propiamente dicha, pues no apetece a los universales sino que son cuestiones subjetivas, de difícil acceso e imprevistas. Allí el problema.

Si quitamos un par de ceros a la moneda argentina como hay quienes pretenden, sepamos que nada se solucionará de raíz y que quizá empeore más el asunto. Habrá quienes "sientan" que bajó la inflación y será esto sólo dado por un tiempo; en contraste, existirán otros quienes sean productores de algún bien y les parezca que se ha devaluado lo que con esmero fabrican, entonces aumentarán.

Estos últimos como la mayoría de los argentinos tienen una gnoseología absolutista, es decir, que miran la cantidad y no la proporción (posición relativista o cuantitativa). Para ellos —es decir todos nosotros— deberemos "correrlos para el mismo lado": buscar una solución cuantitativa que sostenga lo absoluto.

Y para lograr ello podemos volver al ejemplo dado de lo del bien inmueble: el del "ladrillo" que siempre se contizó en dólares. Pareciera que este billete "pesa" cual kilogramo y satisface las psíquicas de la gente en esta sociedad.

Por eso entiendo que quizá, entonces, sería más factible dolarizar. Esto es decir, de sí quitar un par de ceros a la moneda argentina pero considerándola como "dolar equivalente" o algo así. Que el dinero argentino sostenga una ousía pesada, grávida, tal cual el "ladrillo" que se representa y mantiene: el dólar.

Quedará claro que esta medida se explicaría sólo en estos momentos, porque si hay una caída de esta moneda estadounidense como se supone quizá lo produzcan los problemas mundiales, la situación será otra y este referente monetario ya no poseerá su carácter sustancial de lo absoluto.



Eugenio Tait
03/06/12 al 09/01/14
Actualizaciones: 19/08/17, 05/04/19, 11/10/20, 26/04/22, 16/06/23
Mar del Plata, Argentina